domingo, 4 de septiembre de 2011

Mi estimado:

Tomando en cuenta la presente situación, deseo comunicarle fervientemente que junto con felicitarlo por su boda:
Esto ha llegado a su final, al unirse con su ahora cónyuge, ha despejado muchas de mis dudas y se lo agradezco porque mi enfermo corazón se pudría en la angustia.
No le guardaré rencores, pero siempre consideraré oportuno que de vez en cuando se rompa una pierna, un brazo o se caiga estrepitosamente de la misma manera que mi alma.
Espero que forme una familia y que su esposa le dé muchos hijos, en los cuales le quepa la duda de su paternidad, que todo lo que hemos vivido y que nuestras eternas y afiebradas noches sean el único estímulo para poder consumar su indisoluble unión, que cada momento que viva hoy y hasta el fin de sus días sea comparado con los nuestros.
No le guardo rencor, ni nada parecido, pero la real intención de esta misiva es comunicarle que en esta vida todo se paga y tal como yo sufrí, usted lo hará.
Sea usted muy feliz.

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